Todo lo que veo es sangre. Sangre derramada por doquier, especulando sobre quién caerá después. ¿Serás tú, o seré yo?. El destino decide. Siempre el destino. Puede ir a tu favor, o puede ir en tu contra, y creo que en mi caso, va a mi contra, cómo todo. Sigo viendo sangre, aún más, se va acercando mi turno, lo presiento. Sombras de la noche que se acercan hacia mí, para llevarme con ellas, esperándome con ansia y delirando sobre que harán cuando me tengan. Lo que querrán es que les acompañe, sombras errantes que buscan sed, y querrán compartirla conmigo. Su nueva "amiga". Ya se han llevado a muchos, pero ninguno les ha gustado. Y no sé por que yo a ellas sí. Desde hace tiempo que me quieren, me lo dicen mis sueños. Cada vez tengo más miedo, no puedo dormir, con el terror de que si duermo me llevarán con ellas al mundo de las tinieblas, y aún no estoy preparada. No quiero caer en sus trampas, cada vez son más a menudo. Una por aquí, otra por allá. Lágrimas, es la única cosa que rozan mis agrietados labios. Llorar, lo único que se me ocurre hacer para mantener a raya a las sombras. Pero no sirve de nada, por que ven que cada vez estoy más débil y se acercan más. Aparentar, llega el momento de aparentar. Estar bien, sacando una resultante sonrisa, forzada. Tampoco sirve de mucho, pero eso evade a las sombras. Proteger, ahora buscar a alguien que me proteja de esas sombras errantes. Miedo, tengo mucho miedo. Sé que pronto, muy pronto, será mi turno.
Mientras aún nos quede una porción de valor, para librarnos de lo peor, será fácil ganarle terreno al dolor, uno más uno son siempre dos.
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