26 sept 2011

Hasta los mismísimos, en serio.

Críos de trece años que piensan que sus vidas son complicadas, por el mero hecho de que ha cortado con el novio, estando con otro chico, gustándole el otro chico. Y ha vuelto con el novio. Siendo que al novio le gustaban no se cuantas mil a la vez, sabiéndolo ella. Con trece años, los cacaos que se montan. No entienden el verdadero significado del amor. En serio, no ven en el lo que vemos los demás. También hay que tener en cuenta que son sólo trece años, pero joder, no tiene perdón. Para ellos el amor es un juego, tan solo un simple juego de críos, sin ver nada más allá de ellos mismos, sin importarles nada de los demás, son solo ellos, egoncéntricos a más no poder. Todo lo quieren para ellos. Y el amor no es eso, el amor es una sensación poética y hermosa, pero a la vez dolorosa y angustiosa. Tiene distintos significados, pero para mí ese es el que mejor lo define. Un sentimiento perfectamente abstracto, que da pie a diferentes mentalidades. Unos viven el amor de maneras distintas, pero vivaz y vorazmente. Exprimiéndolo cada momento, sabiendo que cuando mueran llegará a su fin. Nunca viváis el amor cómo un juego de críos, nunca.

Y ahí me quedé, observándote mientras me decías adiós. Tu sombra se alejaba contigo, dejando en el aire algunas leves partículas de tu peculiar aroma. No creo que volvamos a vernos, pero en mi mente tu recuerdo estará siempre conmigo, en un lugar especial de mi difícil y rebuscado pensamiento. Situándote el primero en todo momento. Seguirás ahí, quiera o no, aun habiéndote ido. Con la sutil armonía de tu voz, susurrándome al oído una y otra vez... Empapando sus ojos con las lágrimas del ayer, suavemente deslizadas por su rostro pálido y amarillento, acabando en sus rosados labios. Gritando tan fuerte cómo miles y miles de pajarillos cantando, para que ese grito acabe en un susurro a lo lejos, y en un nuevo aliento.


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