15 ago 2011

Cuando escribo.

Cuando escribo todo vuela. Es mi única sensación de libertad, sentirte bien, al escribir lo que te gusta, sin que nadie te juzgue por ello. Siempre he pensado que es un buen modo de desahogarse con el mundo. Expresar de diferentes formas lo que sientes, abriendo mundos que jamás me imaginé, por el simple hecho de escribir. Con el tiempo se va cogiendo la práctica, hasta llega un punto en el que no puedes dejar de hacerlo, o das muchos rodeos y siempre escribes cosas de la misma rama. Crear mundos diferentes, de ideas completamente diferentes. Entrelazarlas y acabar haciendo un igual. Fantasía, ficción, terror, policíaca, de amor... Hay muchos temas distintos de los que hablar, pero, siempre se muestran más los temas del sentimiento, del pasado, del arrepentimiento. De esas cosas, mezclas, mezclas y mezclas, hasta que al final parece que seas culpable de haber escrito tales cosas. No hay por qué serlo, pasaron por alguna razón, tal vez por una, tal vez por otra, todo acaba siendo lo mismo. Ver lo que escriben los demás te ayuda a comprenderles, a profundizar en ellos, a saber cómo se sienten en su interior, muchas veces roto en mil pedazos, otras veces más feliz que unas castañuelas. Depende, de qué depende. Viejos tiempos, nuevos, sensaciones, relaciones, paisajes, demasiadas cosas de las cuales poder elegir. Podría hablar de el sentimiento de la música, canciones que te marcan, canciones alegres, canciones melancólicas, canciones nostálgicas, las que te recuerdan a ese momento, las que te revelan tu propia historia... También hay tema para largo, pero eso más adelante.

Escribir, un placer que siempre me resultará mi única forma de expresarme tal y como soy. De desahogarme conmigo misma y con el mundo en general. Escribir, eso es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario