Con una voz susurrante y mágica, empezó a recitar estas palabras:
- Guardo tu cadáver en casa,
para hablar con alguien cuando se apagan las luces,
para oler la caducidad del amor,
la ligereza de los años...
El largo e idealizado recuerdo
de momentos que fueron tan breves.
¿No me cuentas nada esta noche?
Solo se oye el rumor de los gusanos en tu vientre,
te noto algo fría y rígida.
¿No habré dicho nada inapropiado, verdad?
¿Por qué no bailamos?
Y así selló sus sueños...
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