8 ene 2012

Impregnados e inhalados

Los olores de tu alrededor impregnan tu recién lavada ropa. Inhalas suavemente para distinguir los aromas de tu camiseta ligeramente arrugada.
Hechas el aliento, despacio para resaltar a que huele. Es una mezcla de tabaco y café, lamiéndote el labio sigues tu camino hacia ninguna parte.
Encuentras una calle estrecha y con una farola de leve luz iluminándola y decides recorrela, lentamente para apreciarla. Una casa en la que no parece que haya nadie aparece delante de ti, culminándote de su inmensidad. Observas con atención un cristal algo sucio, en el cual exhalas tu aliento, y con el índice de tu mano derecha empiezas a escribir un nombre, ese nombre que susurra en tus melancolías, el mismo nombre por el que no dices palabra alguna. Con un último aliento hacia tus manos congeladas, vuelves por el camino que has venido, dejando aquel nombre en la ventana, borrándose sin más.




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