19 may 2011

Pasados...

Era su cumpleaños en una tarde soleada de 1923. Su abuela moribunda, cogió un soplo de aire y le dedicó sus últimas palabras a su nieta, que cumplía catorce años.
Su último gesto hacia ella fue un regalo, un regalo que guardaría con mucho aprecio. Un camafeo que ha ido de generación en generación en su humilde familia.
Kat, aquella humilde chiquilla, de tan solo catorce años, se quedó sin su gran apoyo. Sin su abuela que la cuidó desde el día que nació, hasta sus más dolorosos finales.
Kat se llevó el camafeo hacia el corazón, cerró los ojos y empezó a llorar. Pero algo le detuvo su llanto. Su padre, Julián, se acercó, le dio un fuerte abrazo y le dijo que todo iba a ser diferente. Y así fue.
Se mudaron poco después, a un pueblecito medianamente grande. Dónde la gente iba con una sonrisa de oreja a oreja. Un lugar de ensueño. Abierto, bien cuidado. Y lo mejor de aquel pueblo era su olor.
Fueras dónde fueras había un ligero olor a pan recién horneado.
Kat se instaló en su nueva habitación, para ella aún extraña. Dejó el camafeo en su mesita, para acordarse siempre de su abuela. De repente sonó la puerta. Eran los vecinos. Querían darles la bienvenida al humilde barrio. Les dan los típicos bollos de bienvenida y se van. Julián, le comenta a Kat que mañana tiene que ir al colegio.  Ella asiente con un leve movimiento de cabeza y se va a la calle a jugar.
Su mirada se para en un escaparate de una juguetería. Presta su atención en una muñeca de trapo. Entra al vendedor y le pregunta cuánto cuesta. El vendedor, un señor mayor, le dice que no está en venta. Pero le dice a Kat que pase a dentro con él. Le va a enseñar algo. Dentro estaba su nieto, de unos dieciséis años. Estaba ayudando a su abuelo en el negocio familiar. Se presentan.
El nieto del vendedor es Roy. Un chaval alto, de ojos verdes miel, piel pálida, y una melena larga y ligeramente ondulada. Roy se queda un rato para hablar con Kat.  Coinciden en que mañana irán al colegio. Irán juntos al mismo. Empieza un nuevo día en la vida de Kat. Coge el camafeo de su mesita, y se va corriendo a desayunar. Tiene tostadas con mantequilla y un vaso de leche recién ordeñada. Sube a lavarse, vestirse y a coger sus cosas para ir al colegio. Por el camino se encuentra con Roy. Empieza a comentarle como es la gente del colegio. Con quién tiene que tener cuidado, los maestros... De repente Roy para su atención en el camafeo de Kat. Lo llevaba en el cuello, con una cadena de plata, con adornos florales.
Kat le dijo que era una herencia familiar. Y le empezó a contar lo de la muerte de su abuela, y lo que el camafeo significaba para ella. A partir de esa conversación se hicieron muy amigos.
Iban juntos a la escuela. Él le ayudaba con los deberes, y ella le ayudaba a hacer los juguetes para la juguetería. Un día de pascua, decidieron irse a la playa. Rondaría por el 20 de abril de 1924.
Un día caluroso, con un sol abrasador, que se reflejaba en la clara agua del Mar Mediterraneo. Kat sube la vista al azul cielo. Divisa un par de gaviotas sobre volando el cielo. Estarían buscando comida. Deja de prestarles atención. Roy va por detrás, para darle un susto. La coge a rastras, y se la lleva al agua. Empiezan a hacer locuras, y al final acaban besándose. Salen del agua, y les da vergüenza hablar de ello. Lo único que hacen es comerse los trozos de pan con queso que había preparado Kat para merendar. Al fin Roy decide hablar:
- Lo que ha pasado... Estaba esperándolo desde hace mucho. Si te has sentido ofendida lo siento, pero es lo que siento ahora mismo, y nadie lo va a cambiar. - Le dijo a Kat con un gran sentimiento de culpa-. Ella, al cabo de un interminable silencio, le responde:
- Tranquilo, no pasa nada. Lo que me pregunto ahora es si nuestra relación seguirá como antes.- Dijo-.
Roy dijo que sería bastante distinta, pero iría en buena dirección. Y así fue. 21 de abril de 1924. Ese día empezaron a salir como pareja.
Hacían las mismas cosas que antes, pero con toques especiales. Esos toques especiales, que les hacen más felices. Es como si se vieran siempre por primera vez. Un amor que nunca se consumirá en el olvido.
Era la hora de cenar, y Julián le preguntó a Kat qué tal le fue el día. Kat respondió que bien. Que en el taller del abuelo de Roy, hacía muchos juguetes para los niños. Su padre, presta singular atención al camafeo, y empezó a contarle la historia.
"Ese camafeo perteneció a una reina. Una reina que murió muy joven en extrañas circunstancias. Esa reina era tu tatarabuela. Dicen que la mató su hermana pequeña por envidia. En conclusión. Ese camafeo es muy importante. Lo fue para tu abuela, y ella confiaba en ti para que lo cuides. Ese era su último deseo".
23 de abril de 1924. Ese día, Kat tenía un importante examen de matemáticas. Al salir de clase, se fue a la panadería a comprarse algo para merendar. Se encuentra con su padre. Compran y se van a casa.
Kat le comenta que le ha salido muy bien el examen. Roy llama a la puerta de Kat, y se van a pasear.
Pasa el tiempo, y Roy le pide matrimonio a Kat. Se casan el mismo día en que empezaron a salir juntos. 21 de abril de 1924.
Kat aún conserva el camafeo, después de tantos años. El camafeo, situado en su cuello, cada vez más viejo por el paso del tiempo. Pasa el tiempo y Kat se da cuenta de que Roy no es el mismo de siempre. El que la hace reír y la cuida en los momentos difíciles. No es él.
Roy, con delicadeza y lágrimas en los ojos le dice a Kat que se muere.
Kat rompe a llorar, y se va corriendo escaleras arriba. Se va a la terraza. Esa terraza que parece una jungla. Llena de plantas más altas que los edificios, esas flores tan rojas y blancas, dónde los insectos van a recoger el néctar. Rosas. Hay por todas partes. La terraza es su lugar preferido de toda la casa.
Roy sube a consolarla. Se dan un abrazo, como si fuera el último. Disfrutando de lo poco que le queda de vida.
Después de meses Roy dice adiós. Kat, vuelve a la playa dónde empezó esa relación. Dónde se dieron su primer beso. Dónde merendaron aquellos trozos de pan con queso.
Kat, embarazada de tres meses, grita a los cuatro vientos el nombre de Roy, a la vez que entra en esa cristalina agua.
Y el viento borra las huellas que dejó en la arena de aquella playa, dónde sus lágrimas se fundieron con el agua del mar. Lanzando el camafeo al agua, dónde yacerá en lo más profundo del océano.
Pasaron los años. Kat parecía vivir con lo que le había pasado anteriormente. Era un día nublado. A Kat le encantaban los días así. Le dan en que pensar.
Kat vuelve a la playa. Siempre que puede va allí. Pero esta vez va acompañada. Su hijo Leo, de siete años, le recordaba mucho a Roy. Esos ojos verdes que contrastan con el agua verde cristalina de aquella playa. Ese pelo rubio y rizado que se camufla entre la arena. Leo es la viva imagen de Roy. Kat y Leo empiezan a jugar en la arena.
Kat empieza a contarle historias de como era su padre. Le cuenta como se conocieron, dónde fue el primer beso... Leo, empieza a llorar. Y Kat con un abrazo caluroso y tierno le alivia su dolor. A ella se le escapan unas cuántas lágrimas al recordarle. Siempre le llevará en su corazón.
Caminando los dos por la playa, Leo ve algo medio ocultado por culpa de la arena. Va corriendo a su madre. Se había encontrado el camafeo que Kat lanzó al mar tiempo atrás. Kat, supuso que sería por la corriente, que lo habría llevado de vuelta a la orilla. Kat se lo da a Leo. Le dice que lo guarde. Que si le ocurriera algo, la llevara siempre con él. Leo le dio un abrazo a su madre. Sentía el calor que desprendían esos abrazos tan llenos de amor. Leo, mientras cerraba los ojos dijo: " Mamá, eso no lo dudes. Siempre te llevaré en mi corazón. A ti y a papá. Que le siento como si estuviera ahora mismo aquí, dándome un beso de despedida ". Leo se durmió, dejando a Kat sin nadie que la viera, mientras lloraba por añorar esos momentos que pasó junto a Roy.

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