22 oct 2012

Escépticas dimensiones

La lúgubre habitación se abría ante su aura llena de ambrosía y placer. Una alma deseosa de arduas sombras que complacer se postraba en la cama, aquella fría y sobria cama.
Un alma que perteneció a una mente ninfómana y sin conciencia, placentera y deseosa; aún separándose del cuerpo tiene las mismas ganas de deseo carnal. Creía que maduraría, o simplemente, cambiaría su forma de ser, pero las sombras la buscan y ella no puede decir que no. Sigue sintiendo la misma debilidad que cuando era un cuerpo físico, ese punto flaco que hace decirle que sí, o no, dependiendo de las pasadas situaciones.
Siente esa obligación de satisfacer a los demás aunque ella no quiera, por el hecho de querer llegar a ser un alma mejor.
La lujuria le hizo ser un alma impregnada de sensaciones carnales, pero cuando hizo su transformación se arrepintió de ello, queriendo llegar a ser buena y piadosa para poder ascender del infierno al cielo.
Nunca se arrepentirá de su pasado, siendo su presente su propio futuro. Levantándose lentamente de la cama, se dirige hacia la mugrienta puerta de la habiación, encerrando allí sus pensamientos y volviendo a su presente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario